La Hipótesis (introducción)

Dejando aparte la teoría creacionista, pues sólo responde a unos intereses religioso-mítico-sectarios, las otras teorías no dejan de ser explicaciones de aspectos colaterales de la evolución. La teoría de la selección natural explicada por Darwin y las matizaciones o aportaciones propuestas modernamente por Gould, Kimura, etc., no pueden integrar los cambios moleculares (mutaciones) producidos en los seres vivos en el seno de la misma, si no es bajo el carácter de azarosos.
Es verdad que atribuyen a la mutación la importante misión de motor de variabilidad, pero siempre despojada de cualquier adaptabilidad al medio o direccionismo evolutivo, para ellos es el azar el que hace mutar las especies, es decir somos el resultado de simples errores de copia de ADN.

Sin embargo sabemos o intuímos que las Leyes Naturales determinan el desarrollo de cualquier molécula. Desde los elementos más sencillos hasta las moléculas más complejas, todo está sometido a los límites e influencia de la interacción con su entorno. En el caso de los seres vivos, sus moléculas bióticas (ADN, ARN, enzimas, proteínas) no son una excepción. Las mutaciones genéticas son producto de esa interacción con el "medio ambiente". En los sistemas vivos complejos (pluricelulares), el concepto de "medio ambiente" debe extenderse también a las diferentes partes del propio organismo vivo.

Las mutaciones genéticas no son producto del azar. Son fuerzas y elementos como la temperatura, presión, química, electromagnetismo, etc., las que en unos casos las catalizan, las determinan o provocan. Su grado de importancia para la funcionalidad y supervivencia del organismo está en razón a su naturaleza (química, térmica, electromagnética) e intensidad. En todo caso se puede conceder al azar la oportunidad o no, de que un sistema vivo o molécula pueda estar expuesta o sometida a la influencia de alguna de ellas en un determinado momento, pero los efectos resultantes son cuantificables y pueden ser predecibles.

¿Y si la propia actividad de cualquier molécula viva, implicaría la generación e interacción con alguna de éstas fuerzas mutágenas, de forma proporcional a la misma actividad?

Desde esta perspectiva (evolutiva), las fuerzas y elementos que más nos debieran interesar, son las que son susceptibles de generarse entre el propio "ser vivo" y el medio ambiente en su interrelación habitual. La electricidad estática producida en el desplazamiento del sistema vivo a través de su medio puede ser muy importante. La energía térmica desprendida por el rozamiento entre ambos, también. Las presiones a las que se ve sometida la membrana celular y su interior no deben ser menos, así como las reacciones metabólicas. Aunque de menor importancia mutágena que las de otro orígen, (por sus dimensiones cuantitativas siempre traumáticas o letales) como las radiaciones iónicas producidas en la desintegración nuclear, dichas fuerzas podrían ser muy importantes para la evolución de la vida, ya sea actuando directamente sobre las moléculas arrancando electrones (ionizando) excitando, o funcionando de catalizadores de otras reacciones, si actúan permanentemente durante tanto tiempo, además resulta difícil determinar un umbral mínimo mutagénico para algunas de ellas.

La posibilidad de que durante la vida de una célula, o durante alguna fase de la vida de la misma (mitosis) a "una cantidad concreta" de influencia electromagnética, térmica, química o de otro tipo, corresponda un "desplazamiento o sustitución predecible" en las bases nucleicas de las células descendientes, dando lugar a la síntesis de una proteína de características bioquímicas diferentes y "adaptada", desde un punto de vista físico-funcional, a la nueva circunstancia que motivó su origen (siendo además estas fuerzas generadas por interacción del ser vivo y el medio), revolucionaría la concepción de la evolución, por lo menos tal como se ha venido entendiendo por los darwinistas y explicaría cómo "elige" la vida su química y morfología al margen del azar, dando un nuevo impulso a las teorías de J.B. Lamarck, (la fuerza que hacía adaptarlas al medio).


Ello no implicaría aceptar ningún direccionismo evolutivo más allá de los continuos "giros y volantazos", que continuamente y en cada momento se ven obligadas a dar las moléculas vivas durante su existencia, y explica cómo se convierten en arquitectos de su propia morfología.

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